Esta semana ha sido "especial". Todos teníamos el humor diferente: alegre, molesto, harto, estresado. ¡Basta! Nadie nos había destruido con tantos trabajos. El tiempo nos dio la espalda, y el único recurso vivo que existía era nuestro cuerpo, capaz de resistir a la guerra más sangrienta. Nuestros ojos miraban diferentes, casi dormidos, drogados, impacientes. Eso queriamos, que acabe todo.
Ayer fue el final... de los trabajos. Algunos se rajaron haciendo lo que les corresponde, otros sin embargo, fueron "vivos" y mandaron a hacer el trabajo. Lento pero seguro, así avanzamos. No importa, lo que interesa es que aprendemos, lo olvidamos pero pronto recordamos lo que un día hicimos. Incluso, lo que un día fuimos.
Esta semana, fuimos nada. Éramos zombies, intentanto matar a todos, intentando matarnos a nosotros mismos. Intentando matar a los profesores, pero éstos nos daban pólvoras penetrantes en el cuerpo, en el cerebro. Fue interminable, la sensación fue asfixiante. Nadie más quiere sentir lo que hemos sentido nosotros, cuando deciamos que no podíamos más, dimos nuestro último paso, y acabamos con el enemigo. Una persona cuando quiere vivir hace eso, intenta siempre.
Nosotros luchamos tanto, por nuestros sueños, por lo que fuimos, o por lo que queremos ser. Así es siempre. Cuando estamos solos, esperamos a que nos encuentren, porque extrañamos. Porque lo único que quieren ser algunos, es ser "encontrados". Por eso hacen lo que hacen: trabajos. En grupo, o personales, porque no duermen y se ahogan con puro café. Café del bueno. Solos, o con alguien al lado.
Escuchen: Búscame, de David Bustamante :)